Forbidden Door, como ya dije, debería ser un slam dunk y hacer una card para que el fan que disfruta de otras empresas tenga hype y para que el fan casual de AEW conozca nuevas estrellas y quizá expanda horizontes. Este año no sólo se ha quedado corto en ese aspecto sino que además ha estado a medio camino a nivel luchístico en algunos puntos.
Lo fácil era tener grandes combates de los campeones mundiales y unos combates múltiples interesantes; y todos, en sus respectivos calibres, se quedan cortos. Unos por falta de química, otros por falta de tiempo y construcción, y otro por un Dusty finish horriblemente mal ejecutado. Pero es que luego lo difícil es que Nigel McGuinness calle *todas* las bocas que lo cuestionaban y tener un main event perfecto con todo el equipo babyface medio lesionado. Y ambas cosas pasan. El main event es un 5 estrellas, caótico, violento, divertido; y Zack Sabre Jr vs Nigel McGuinness es una oda al wrestling técnico y al World Of Sport, y aunque Nigel esté lejos de su prime, aún es un luchadorazo capaz de hacer arte en el cuadrilátero.
Y así fue Forbidden Door. Raro, a medio camino, con un gran público, con sus luces y sombras. Pero un buen PPV.
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