Las serias consecuencias asociadas al consumo continuado de
alcohol han estimulado la investigación sobre los mecanismos
moleculares y fisiológicos que median sus perniciosos efectos.
Entre otras cosas, se ha descubierto que el consumo de alcohol
afecta a la distribución de las especies bacterianas de la flora
intestinal, una de las comunidades de microorganismos más complejas
del planeta. En condiciones normales, uno de los mecanismos
empleados por el intestino para controlar el desarrollo de la flora
intestinal, y evitar que esta pueda invadir el organismo y atacar a
otros órganos, es la producción de proteínas antimicrobianas.
Estudios con ratones de laboratorio han demostrado que el
funcionamiento de los genes REG3B y REG3G, que codifican dos
proteínas antimicrobianas de particular importancia, disminuye por
la administración continuada de alcohol. Más información en