¡Fuiste creada a imagen de Dios! Esta verdad en sí misma brinda a tu persona un sentido de dignidad que nadie más podrá darte. Es desde esta verdad fundamental donde comenzamos a reconstruir y a reparar nuestro sentido de valor personal.
Habiendo sido creada a imagen de Dios mismo, nadie deberá considerarte inferior a cualquier otro ser humano, comenzando contigo misma. Tampoco te verás como un simple engranaje de la maquinaria social, como un número o un objeto de uso o de consumo para otros.