Ponerle sonido a su árbol genealógico. Eso
es lo que ha hecho Cochemea Gastelum en su segundo álbum en solitario; algo así
como la continuación del rupturista “All My Relations” de hace dos años, pero en
el que el artista estadounidense da un paso más allá.
Y es que por mucho que haya nacido en California, al que
fuera durante quince años saxofonista de los Dap-Kings y que haya formado parte
de sesiones de grabaciones o giras de artistas como Amy Winehouse o Antibalas,
entre otros, corre sangre india apache yaqui y mescalera por las venas de
Cochemea.
Ya desde su propio nombre, que significa “todos fueron
asesinados mientras dormían”, la identidad de Cochemea late. Y
más aún desde que haya conseguido articular un proyecto en solitario que tiene
mucho de trabajo arqueológico, de investigación ancestral y, a la vez, de
fusión impredecible.
Así vuelve a quedar claro en “Baca Sewa”, este segundo
volumen que lleva como título el apellido original de Cochemea antes de la
colonización española de los territorios donde nacería siglos después. Un álbum
en donde dedica canciones al poder curativo de las curanderas pero en donde
también recuerda a su bisabuelo, heredero de un legado de pueblos indígenas
esclavizados como buceadores de perlas, o donde incluso cuenta
instrumentalmente con varias generaciones de familiares para hacer coros.
Así es que es un álbum que suena tan cerca del jazz y
el soul que ha mamado durante lustros como uno de los instrumentistas de viento
más importantes del mundo, pero entremezclado con ritmos tribales, guiños
ancestrales, instrumentaciones de cuero, sonido a madera pero una arquitectura
de canción donde incluso los cables de la electrónica consiguen articular un
ejercicio tan cerca del pasado como del futuro.