Se nos va de ojo que la expansión de las noticias falsas solo es posible porque no aplicamos el sentido común: ese en el que no pensamos nunca.
Al no aplicarlo abrimos el camino a las falsedades, los engaños, y a la papilla que nos lanzan sobre lo que tenemos que pensar, que enreda y nubla la capacidad de pensamiento propio y libre.
Aplicar el sentido común a la información que nos llega requiere contextualizar aquello que se nos cuenta, que nos permite desvelar el porqué y el para qué del mensaje engañoso, y descubrir el interés oculto de quién lo difunde. Mezclar creencias y deseos con hechos objetivos, o difuminar la realidad con noticias falsas que no se pueden verificar, son viejas artimañas empleadas por sátrapas y dictadores para teledirigir el pensamiento hacia los fabricantes de las mentiras; con la diferencia de que hoy las redes sociales las difunden a velocidad luz. Aplicar el sentido común requiere dejar a un lado la víscera, las ideas preconcebidas y los apriorismos que nublan la mente. Recuerda, ante la duda: sentido común. ¡Que no se te vaya de ojo!