Nos hemos acostumbrado tanto a lo extraordinario que ya casi nada nos asombra. En una era de sobreestimulación, donde todo tiene una explicación, un tutorial o una reacción… ¿y si perder el asombro estuviera afectando nuestra relación con Dios?Hoy leemos Mateo 8 y reflexionamos sobre por qué recuperar el asombro no es opcional: es vital para nuestra fe, nuestra iglesia y nuestra ciudad. 🔔 Suscríbete para más contenidoPuedes seguirnos en:📸 Instagram:www.instagram.com/laparroquiaval/