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La tentación, según el versículo, surge de nuestros propios deseos y pasiones, no de una influencia divina externa; cada persona es responsable de sus propias acciones y elecciones, y que la tentación no proviene de Dios, sino de la propia naturaleza humana.
La tentación, según el versículo, surge de nuestros propios deseos y pasiones, no de una influencia divina externa; cada persona es responsable de sus propias acciones y elecciones, y que la tentación no proviene de Dios, sino de la propia naturaleza humana.