Tenemos la sagrada responsabilidad de compartir el poder y la paz de Jesucristo con todos los que escuchen.

Les prometo que aumentar el tiempo que pasan en el templo bendecirá su vida como nada más puede hacerlo.

Todos necesitamos buscar nuestro propio testimonio de Jesucristo, refrenar nuestras pasiones, arrepentirnos de nuestros pecados y ser fieles a Dios y a Su obra.

Progresamos en nuestro discipulado cuando ejercemos fe en el Señor durante los tiempos difíciles.

Los invito a buscar oportunidades de compartir su testimonio con palabras y con hechos.

Hay virtud en las palabras de los profetas antiguos y modernos, precisamente porque sus palabras son las palabras del Señor.

Mi deseo sincero es que conozcan a Jesús por Sus muchos nombres y que lleguen a ser semejantes a Él.

Por muy difíciles o confusos que puedan ser los desafíos, siempre pueden recordar que la respuesta es sencilla: siempre es Jesús.

Los aliento a seguir esforzándose por hacerse merecedores de regresar al Padre Celestial y a Jesucristo.