Pedro y Juan van al Templo, pues siguen su rutina de oración judía, y allí se encontrarán con un lisiado de nacimiento, ante quien anunciarán el nombre del Señor Jesús y, siguiendo su práctica, lo llamarán a la vida, liberándolo de sus ataduras en nombre del Resucitado. El evangelio de Lucas nos transmite la experiencia de los discípulos de Emaús, que nos Interpela a descubrir al Resucitado a través de su Palabra y en el partir el pan, es decir, en la Eucaristía, lo cual activará nuestro corazón y nuestra fe. ¡Señor, inflama nuestro corazón con tu presencia!