Cuando los Estados Unidos entraron en guerra, el 6 de abril de 1917, el ejército estadounidense carecía prácticamente de experiencia en el descifrado de códigos. Francia y Gran Bretaña habían estado resolviendo los códigos y claves alemanes durante los últimos tres años y el ejército estadounidense se apresuró a poner en marcha sus propias operaciones, que estarían basadas en parte en Washington y en parte en Francia.