Cuando se habla de Chris Farley, casi siempre se habla de el mejor de todos los tiempos, el que mayor alegría le brindaba a todos, el que siempre hacía reir. Pero pocas veces se habla de lo solo que se sentía, de su dificultad para aceptarse y cómo cada una de sus presentaciones representaba una pérdida, un dolor, dejar algo. Su mezcla de Clown, honestidad y alegría, contrastaría con una vida donde la incapacidad de sentirse bien con él mismo y el no encontrar un lugar en el mundo, lo llevarían a seguir el camino de su héroe, John Belushi.