MESCO's Layers and Lines

Cuando la mano dibuja sola


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Hace unas semanas terminé un reto creativo de 12 semanas basado en el libro The Artist’s Way de Julia Cameron, guiado por la fotógrafa @ameliesatzger. Fue una experiencia tan enriquecedora como difícil.

Difícil porque me obligó a enfrentarme conmigo misma de una manera directa, sin excusas. Enriquecedora porque, aunque el camino no siempre fue cómodo, me llevó a redescubrir partes de mi práctica artística que creía dormidas.

El desafío de las Páginas de la Mañana

Si hay un ejercicio que marcó todo el proceso fueron las famosas Páginas de la Mañana: escribir tres páginas a mano, cada día, sin filtro y sin pensar en la forma. Al principio, sentía que estaba perdiendo el tiempo. La mente se resistía, quería ir rápido, saltarse el ritual.

Pero con el paso de las semanas entendí que no se trataba de escribir algo “bonito” o “útil”, sino de despejar la mente, de dejar que las ideas, preocupaciones y emociones fluyeran sin control. Y en ese espacio silencioso, algo empezó a moverse.

El regreso al lápiz

Lo más inesperado fue que, como consecuencia de este proceso, volví a dibujar con lápiz sobre papel. Pero no de la manera planificada o referencial a la que estaba acostumbrada, sino algo mucho más libre: dibujos de personas que no existen.

No miro fotos ni modelos. Simplemente, empiezo a trazar y dejo que la mano avance. Poco a poco, aparece un rostro. A veces femenino, a veces masculino, a veces indefinido. Y aunque sé que acaban de nacer en ese instante, tienen algo familiar.

Al mirarlos terminados —o a medias—, reconozco gestos, miradas o posturas que me recuerdan a amigos, actores, o personas que alguna vez cruzaron mi camino. Es como si cada uno llegara al papel con su propia historia a cuestas.

No terminar como elección

Curiosamente, muchas veces decido no terminarlos. Dejo un ojo sin dibujar, la boca apenas esbozada, o un lado del rostro en blanco.

No es un descuido. Es una decisión. Así quedan: incompletos, sugeridos, como si estuvieran a punto de decir algo que no me corresponde completar. Creo que esa forma incompleta les da una presencia especial, como si habitaran un espacio entre lo visible y lo invisible.

La mano como canal

Este proceso me ha hecho pensar mucho en el papel del artista como canal. A veces sentimos que tenemos el control absoluto de lo que creamos, pero en momentos como estos me doy cuenta de que la mano, el lápiz y el papel pueden tener su propio diálogo, y yo solo soy testigo.

Es un estado que no puedo forzar. Aparece cuando me permito trabajar sin expectativas, sin pensar en la “utilidad” de la obra o en cómo encajará en un proyecto más grande. Es un recordatorio de que el arte no siempre tiene que responder a un plan: a veces solo necesita suceder.

Lo que queda después del reto

El reto creativo terminó, pero su eco sigue conmigo. Las Páginas de la Mañana siguen siendo un hábito irregular pero poderoso, y esos rostros que aparecen en el papel se han convertido en parte de mi práctica diaria.

Quizá nunca se conviertan en una serie formal, quizá sí. No importa. Lo valioso es que me han devuelto la sensación de juego y descubrimiento, esa chispa que, a veces, entre responsabilidades y rutinas, se apaga sin que lo notemos.

Este artículo es un extracto de un proceso mucho más amplio que comparto en MESCO’s Layers and Lines™. Puedes leer más sobre mis reflexiones y prácticas artísticas aquí:https://mariannesucre.wordpress.com/category/esp/



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MESCO's Layers and LinesBy Marianne Sucre