Hasta ahora era una sociedad intrascendente y ridícula hacia la que caminábamos antes del aislamiento.
Y es que son muchos los que opinamos que esta situación nos servirá para vivir de otra manera, para adquirir nuevos hábitos que hasta ahora pasaban desapercibidos. Una vida en la que importe más el acercamiento al otro, la convivencia, que la competencia continua.
Que nos haga pensar más en nuestros mayores, que nos devuelva a lo básico.
Este experimento social del que no sabemos todavía cómo acabará debe servirnos para volver a lo esencial, sin artificios. Porque como dicen algunos, el mundo tras el virus, será otro.