Miguel y el perro perdido
por
Virginia McCall
Después de un día largo de escuela, Miguel siempre camina a su casa en el bosque y nada en el arroyo cerca de su vecindario. Hoy fue uno de los días y después de escuela, en el momento que la campana sonó al fin del día corrió por el bosque. Cuando llegó a los árboles empezó a caminar en el sendero familiar en el que observaba los pájaros que vuelan y las hojas que caen de los árboles. Durante el otoño el bosque se transforma de un mar de hojas verdes a una jungla de árboles de colores brillantes.
Después de caminar por algunos minutos, llegó al arroyo lento cerca del vecindario donde muchas hojas caídas flotaban en el agua como botes pequeños en el mar. Estaba un poco triste porque el agua estaba demasiado fría para nadar, por eso empezó a irse a su casa. Solo dio un paso cuando oyó un sonido misterioso en el fondo. El chasquido de un palo envió escalofríos en la espalda de Miguel y empezó a sentirse nervioso. De repente un animal grande saltó del fondo y corrió hacia Miguel. El animal comenzó a lamerle y Miguel se dio cuenta de que era un perro grande pero muy precioso y simpático. El perro no tenía ni un collar de perro ni una etiqueta de identificación, por lo tanto Miguel le dijo que lo siguiera a casa para cuidarlo. El perro escuchó y lo siguió a su casa.
Cuando llegaron a casa, el perro estaba muy sucio debido a su camino, por lo tanto, Miguel lo limpia en el jardín trasero con agua de la manguera. Usó una barra entera de jabón para limpiarlo y cuando terminó, el perro ladró dos veces y lo lamió como si fuera un besito. Miguel decidió llamarlo “Nieve” porque el perro tenía pelo demasiado largo y blanco como la nieve del invierno.
Nieve y Miguel jugaron en el jardín trasero durante horas con algunos palos que Nieve encontró junto a los arbustos y también con las hojas de otoño que estaban en el suelo. Miguel tiraba los palos y las hojas y Nieve corría muy rápido para perseguirlos . Corrían y se divertían tanto juntos que se convirtieron en los mejores amigos. Miguel le enseñó a Nieve algunos trucos como cómo sentarse y cómo dar vueltas. A la hora de la cena, los dos estaban agotados y cansados porque hacía mucho tiempo que ellos habían estado jugando.
Miguel le preguntó a Nieve si tenía hambre y él respondió ladrando dos veces. Miguel fue a la cocina para recoger comida para los dos, pero dejó a Nieve afuera porque sabía que si sus padres lo vieran en la casa, le gritarían. Miguel entró en la casa y estaba buscando en la cocina cuando oyó algunos golpes en la puerta. Su padre fue a la puerta y la abrió y encontró a una mujer vieja que estaba muy preocupada. Le dijo que no encontraba su perro y que lo había buscado cinco horas. El padre le preguntó cuál era la apariencia y el nombre del perro perdido y ella le respondió que el color del perro era blanco y se lo llamaba Max. Inmediatamente Miguel, quien estaba escuchando desde la cocina, pensó en Nieve y cuando lo encontró en el bosque. Aunque sería muy difícil decirle adiós a Nieve, Miguel sabía que era muy importante reunirlo con su dueña real.
Miguel estaba un poco triste pero admitió la verdad y le dijo a la mujer qué había ocurrido después de la escuela ese día. La mujer estaba tan emocionada de que Miguel había encontrado a Max que le dijo a Miguel que cada vez que quiera jugar con él, era bienvenido a venir a su casa, la cual está a solo dos calles de distancia. Al fin, Miguel aprendió la importancia de decir la verdad y ahora después de un largo día de escuela, siempre va a la casa de la mujer para jugar con su mejor amigo Max.