Este hermano que está a tu lado todavía te sigue pareciendo un extraño. No lo conoces, y la interpretación que haces de él es temible. Y lo sigues atacando, para mantener a salvo lo que tú crees ser. Sin embargo, en sus manos está tu salvación. Ves su locura, que detestas porque la compartes con él. Y toda la piedad y el perdón que la curaría dan paso al miedo. Hermano, necesitas perdonar a tu hermano, pues juntos compartieréis la locura o el Cielo. Y juntos alzareís la mirada con fe o no alzaréis en absoluto. A tu lado se encuentra uno que te ofrece el cáliz de la Expiación, pues el Espíritu Santo está en él.