Imagina un mundo donde las barreras entre lo celestial y lo terrenal no son tan firmes como pensamos. Un universo donde seres intermedios, ni completamente divinos ni meramente humanos, vagan por el aire entre la luna y la tierra, influenciando la vida de los mortales. Para adentrarnos en el complejo y fascinante reino de los demonios y genios, es necesario primero dejar a un lado las imágenes populares de seres malévolos con cuernos y tridentes, esas que nos persiguen desde las visiones dantescas del infierno o los frescos medievales del juicio final. La realidad, al menos según las antiguas creencias griegas y los textos bíblicos, es mucho más matizada.