Considera si es que tu ser querido tiene problemas para manejar las actividades básicas (por ejemplo, alimentarse, desplazarse por su hogar, vestirse o cuidar de su higiene). De ser el caso, es posible que necesite apoyo en casa, ya sea de ti o de un cuidador profesional.
En caso de que aún pueda llevar a cabo la mayor parte de sus actividades cotidianas básicas sin ayuda, quizás únicamente debas brindarle un apoyo ocasional. Por ejemplo, podrías ofrecerte a ir a verlo una vez por semana para ayudarlo con los mandados o los quehaceres domésticos.
Mantén a la persona involucrado lo más posible en las decisiones en cuanto a su cuidado. Es posible que tu ser querido se resista más a recibir ayuda si siente que los demás toman todas las decisiones por él. Si quieres ayudar a que sienta una mayor independencia y control sobre su situación, debes incluirlo en todas las conversaciones y decisiones acerca de su cuidado. Comunícate con él de manera abierta y honesta y pídele sus opiniones y aportes en cuanto a las opciones que vayas a considerar.