Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón era un país reducido a escombros, con su infraestructura destruida y su economía al límite. Sin embargo, entre 1955 y 1973, protagonizó uno de los crecimientos más rápidos de la historia contemporánea. Fue un cambio tan radical que se acuñó el término “milagro económico japonés”.
El secreto estuvo en una combinación de factores: ayuda económica de Estados Unidos, profundas reformas agrarias, una constitución pacifista que redirigió recursos del gasto militar a la inversión productiva y una clara apuesta por la industria y la exportación. El gobierno y las empresas trabajaron codo con codo para modernizar tecnología, fomentar el ahorro interno e impulsar la educación como motor de productividad.
En educación financiera, esta historia demuestra la importancia de la planificación a largo plazo, la reinversión de los beneficios y la formación continua. Así como Japón diversificó su economía y priorizó sectores estratégicos, a nivel personal conviene identificar áreas de inversión con potencial, reinvertir los rendimientos y mantener una preparación constante para aprovechar las oportunidades.