En un mundo alcanzado por la violencia, indignación y tantas otras deficiencias, Hay una que sobresale como algo natural, algo normal…. La infidelidad! Usualmente nos referimos a ella, debido a una traición, o situación ligada al amor. La confianza, el compromiso y el dolor se convierten en el foco principal.

Llevamos sin darnos cuenta, mucho peso en nuestra espalda, aunque sea invisible.

Son pesos que no podemos soltar, o peor aún, que no queremos soltar. Marcas invisibles, cargas emocionales o responsabilidades autoimpuestas que arrastramos del pasado, y nos impiden avanzar libremente.

Mantenerse fuerte ante las adversidades, cuando la vida nos lleva por caminos de grandes cambios, lo vital es buscar y aceptar el apoyo de quienes más nos importan: nuestras amistades, nuestra familia, y sobre todo, nuestro compañero o compañera de vida.

Cuando decidimos dar un giro de 180 grados a nuestra vida, ya sea cruzando fronteras o simplemente dejando atrás lo conocido, la mochila se nos llena de sueños, y también de grandes incertidumbres, De dudas.

Somos arrastrados por una corriente incesante de cambios, incluso, en nuestro día a día y no podemos estar preparados para todos estos cambios para todas las encrucijadas que nos obligan a redefinirnos y que nos hacen dudar.

Situaciones difíciles se nos presentan ante nosotros en el transcurso de nuestra vida.

Decisiones incómodas, y muchas veces equivocadas, nos separan del camino que creemos, es el correcto.

Muchas veces, estas situaciones, estas decisiones, hacen mella en nuestra vida, hacen un surco en nuestro camino. Dejando muchas veces, cicatrices profundas y dolorosas.

Somos seres de aprendizaje, de caídas, de torpezas, de impulsos, todo, forma parte de un proceso.

Las caídas no son más que nuevos comienzos, son transformaciones y así duela, así cueste, aunque incomoden, aunque causen temor… renacer siempre es posible, es levantarse con nuevas fuerzas y con nuevo conocimiento.

Transitamos nuestra vida, por etapas, etapas que vamos quemando, y son estas, las que determinan nuestro andar. Y como animales sin rumbo, van dejando huellas en el camino. Van marcando nuestra via en una dirección que debemos aceptar y enfrentar con gallardía.

La vida es un manojo de circunstancias, de trampas, de escollos, que nos van sorprendiendo mientras transitamos por esa gran autopista

Persistentemente somos conducidos, sin querer, por caminos rocosos, caminos intransitables.

Esos, que no entendemos por que razón se nos atraviesan ante nuestro ser.

La vida nos va llevando por momentos inexplicables, momentos celestiales, de esos que se nos meten en el alma. que se meten en el corazón, y sin quererlo, se aferran a nuestros recuerdos, con tantas fuerzas, que sencillamente no podemos olvidar…

Son malos momentos, son bellos momentos, y son estos, los que no debemos descartar.