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Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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Hoy también nosotros estamos con Jesús en el desierto. La realidad espiritual de la tentación nos alcanza cada día, casi, cada instante. La vida cristiana es una lucha sin cuartel entre dos modos de ser y estar en el mundo: el del Tentador, que quiere instalarnos en nuestro “yo viejo”, caduco, autorreferencial y aislado; por otro lado, el de Jesús, que nos abre a la novedad de una nueva forma de ser persona, relacional y solidaria, compasiva y desplegada en el don de la propia vida, esto es, pascual.
Solo a partir de este proceso de purificación, en el que el Espíritu Santo trata de resituarnos y recolocarnos constantemente en la lógica de Jesús, podemos acoger en verdad la invitación a la fe y a la conversión. Desde ahí podremos comprender y vivir la fe coma la adhesión total de nuestra persona a la persona de Cristo, y la conversión como un dejarnos revestir de su mente y de sus sentimientos. De este modo, la existencia nueva se mueve entre la acogida y la manifestación del don de Dios.
By Diocese Tui-VigoDesde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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Hoy también nosotros estamos con Jesús en el desierto. La realidad espiritual de la tentación nos alcanza cada día, casi, cada instante. La vida cristiana es una lucha sin cuartel entre dos modos de ser y estar en el mundo: el del Tentador, que quiere instalarnos en nuestro “yo viejo”, caduco, autorreferencial y aislado; por otro lado, el de Jesús, que nos abre a la novedad de una nueva forma de ser persona, relacional y solidaria, compasiva y desplegada en el don de la propia vida, esto es, pascual.
Solo a partir de este proceso de purificación, en el que el Espíritu Santo trata de resituarnos y recolocarnos constantemente en la lógica de Jesús, podemos acoger en verdad la invitación a la fe y a la conversión. Desde ahí podremos comprender y vivir la fe coma la adhesión total de nuestra persona a la persona de Cristo, y la conversión como un dejarnos revestir de su mente y de sus sentimientos. De este modo, la existencia nueva se mueve entre la acogida y la manifestación del don de Dios.