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Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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En nuestra mente se dan cita muchas imágenes de Dios. En Jesús se nos ha revelado de un modo definitivo el Dios Abbá, Padre entrañablemente compasivo y providente. Es importante que, en este tiempo cuaresmal, dejemos que esta imagen penetre en nosotros más y más, abandonando otras imágenes que poco o nada tienen de evangélicas.
Ante este Dios, Jesús nos implica en una relación de gran confianza en Él: las tres acciones expresan precisamente esto (pedir, buscar y llamar). La vida cristiana es siempre un encuentro que nos personaliza, que nos abre a espacios en los que experimentamos la cercanía sobreabundante de Aquel del que aprendemos a tratarnos unos a otros como Él nos trata. Busquemos estos espacios, especialmente en la oración personal con la Palabra de Dios. ¡Dejémonos encontrar por Él! ¡Pidámosle, busquémosle y llamémosle! ¡El Señor nunca defrauda!
By Diocese Tui-VigoDesde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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En nuestra mente se dan cita muchas imágenes de Dios. En Jesús se nos ha revelado de un modo definitivo el Dios Abbá, Padre entrañablemente compasivo y providente. Es importante que, en este tiempo cuaresmal, dejemos que esta imagen penetre en nosotros más y más, abandonando otras imágenes que poco o nada tienen de evangélicas.
Ante este Dios, Jesús nos implica en una relación de gran confianza en Él: las tres acciones expresan precisamente esto (pedir, buscar y llamar). La vida cristiana es siempre un encuentro que nos personaliza, que nos abre a espacios en los que experimentamos la cercanía sobreabundante de Aquel del que aprendemos a tratarnos unos a otros como Él nos trata. Busquemos estos espacios, especialmente en la oración personal con la Palabra de Dios. ¡Dejémonos encontrar por Él! ¡Pidámosle, busquémosle y llamémosle! ¡El Señor nunca defrauda!