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Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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La conversación que Jesús mantiene con Moisés y Elías expresa que Él es la plenitud de la Ley y de los Profetas. Por tanto, Cristo es la clave de lectura de toda la historia, también, por supuesto, de nuestra historia colectiva y personal.
La experiencia de la Transfiguración que envuelve a Pedro, Santiago y Juan es el horizonte de comprensión de todo el Misterio Pascual. Jesús no camina hacia Jerusalén teniendo como última etapa la muerte. La última etapa será la Jerusalén celeste, la comunión con Dios Padre que lo ha reconocido públicamente como su «Hijo amado». Escucharle es la tarea primordial de nuestra vida, acoger su presencia, abrirnos a la luz del Tabor, que, paso a paso, progresivamente, nos va transfigurando hasta que nuestra humanidad acaba por manifestar esta luz en cada encuentro y en cada acontecimiento. ¡Qué bien se está aquí! ¡Qué bien que estemos aquí!, exclama Pedro, y también nosotros cuando el Señor nos alcanza con su amor salvador. Pero tenemos que seguir nuestra peregrinación cuaresmal hasta la Cruz, momento culminante de la revelación de Dios, pero ya con la certeza luminosísima de la victoria final, de la victoria del Hijo amado, de la que nos hace partícipes haciéndonos hijos del Padre en Él.
By Diocese Tui-VigoDesde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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La conversación que Jesús mantiene con Moisés y Elías expresa que Él es la plenitud de la Ley y de los Profetas. Por tanto, Cristo es la clave de lectura de toda la historia, también, por supuesto, de nuestra historia colectiva y personal.
La experiencia de la Transfiguración que envuelve a Pedro, Santiago y Juan es el horizonte de comprensión de todo el Misterio Pascual. Jesús no camina hacia Jerusalén teniendo como última etapa la muerte. La última etapa será la Jerusalén celeste, la comunión con Dios Padre que lo ha reconocido públicamente como su «Hijo amado». Escucharle es la tarea primordial de nuestra vida, acoger su presencia, abrirnos a la luz del Tabor, que, paso a paso, progresivamente, nos va transfigurando hasta que nuestra humanidad acaba por manifestar esta luz en cada encuentro y en cada acontecimiento. ¡Qué bien se está aquí! ¡Qué bien que estemos aquí!, exclama Pedro, y también nosotros cuando el Señor nos alcanza con su amor salvador. Pero tenemos que seguir nuestra peregrinación cuaresmal hasta la Cruz, momento culminante de la revelación de Dios, pero ya con la certeza luminosísima de la victoria final, de la victoria del Hijo amado, de la que nos hace partícipes haciéndonos hijos del Padre en Él.