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Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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¡Qué bella es la imagen de la viña aplicada al Pueblo de Dios, a la Iglesia, al mundo! Dios no deja nunca de visitar su viña. ¿Reconocemos sus visitas? Hoy puede ser un buen momento para discernir y preguntarnos, en verdad, si quizás también nosotros, como aquellos labradores, hemos maltratado en alguna ocasión a los enviados del Dueño de la Viña. ¡Cuando leemos este texto nos indignamos con esos viñadores homicidas! Pero también nosotros lo somos cuando negamos la mirada de compasión a alguien, cuando pasamos de largo ante la necesidad material o espiritual del otro, cuando permitimos que la ideología ahogue nuestra capacidad de acoger y amar al que piensa distinto, cuando no tendemos la mano al que se encuentra en el infierno de su propia culpa o debilidad, cuando no estamos dispuestos a dar un salto en nuestro pequeño y asfixiante mundo de intereses particulares para abrirnos a una fraternidad universal. ¡Ojalá vayamos cada día a la viña con la certeza de saber que en cada rostro y en cada acontecimiento, Jesús, nuestro viñador, quiere ser esperado y acogido! ¡Entonces todo será fecundidad y vida en abundancia!
By Diocese Tui-VigoDesde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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¡Qué bella es la imagen de la viña aplicada al Pueblo de Dios, a la Iglesia, al mundo! Dios no deja nunca de visitar su viña. ¿Reconocemos sus visitas? Hoy puede ser un buen momento para discernir y preguntarnos, en verdad, si quizás también nosotros, como aquellos labradores, hemos maltratado en alguna ocasión a los enviados del Dueño de la Viña. ¡Cuando leemos este texto nos indignamos con esos viñadores homicidas! Pero también nosotros lo somos cuando negamos la mirada de compasión a alguien, cuando pasamos de largo ante la necesidad material o espiritual del otro, cuando permitimos que la ideología ahogue nuestra capacidad de acoger y amar al que piensa distinto, cuando no tendemos la mano al que se encuentra en el infierno de su propia culpa o debilidad, cuando no estamos dispuestos a dar un salto en nuestro pequeño y asfixiante mundo de intereses particulares para abrirnos a una fraternidad universal. ¡Ojalá vayamos cada día a la viña con la certeza de saber que en cada rostro y en cada acontecimiento, Jesús, nuestro viñador, quiere ser esperado y acogido! ¡Entonces todo será fecundidad y vida en abundancia!