Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.

Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.

Música © Mingos Lorenzo.

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La clave esencial de la vida cristiana es reconocer a Dios como nuestro Padre entrañable. De hecho, Jesús ha venido a revelarnos la verdad más profunda de la historia y de nuestra vida: ¡Somos hijos de Dios!

Esta parábola nos advierte de dos graves tentaciones, de consecuencias letales para la vida espiritual: la del hijo menor, es decir, creer que encontraremos la libertad fuera y lejos de la «casa del Padre», proyectando toda nuestra vida al margen de Él, desde nuestro propio querer e interés. Sin embargo, en cada paso que damos distanciándonos de este hogar, nuestra vida pierde vigor, los latidos del corazón decaen y los sepulcros por donde vaga nuestro caminar se multiplican. La otra tentación es la del hijo mayor, vivir en la «casa del Padre», pero sin llegar a conocerlo de verdad, dando vueltas sobre nuestro propio yo, construido sobre nuestros méritos y sobre nuestro quehacer supuestamente religioso, incapaces de saborear y celebrar la alegría de la fraternidad. ¡Dejémonos salvar por Jesús, que nos lleva al abrazo reconciliador de un Padre Bueno, en cuyo seno reconocemos y experimentamos la verdad más profunda de nuestro ser persona: la filiación y la fraternidad!