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Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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Acercarnos a Jesús, poniendo en Él toda nuestra confianza, es siempre fuente de salud y de paz. En esto consiste precisamente la fe: adherirnos a la persona de Cristo con toda nuestra vida. Si estamos atentos, en cada jornada, podremos descubrir los signos de su presencia, de un modo especial en la hora del dolor y del sufrimiento en la que no nos faltarán su cercanía amorosa y su compañía cierta.
Las palabras del funcionario real, sobre todo su actitud de fe, pueden iluminar el camino de nuestra vida, en los momentos de angustia y de tribulación: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Hoy podríamos decirle: «Señor, baja, ven a nuestro mundo, ven a nuestra historia marcada por las heridas, los miedos y las incertidumbres. ¡Ven, Señor! ¡Baja, Señor! Y cuando nos parezca que el silencio y la soledad tienen la última palabra, su mano amiga posada en nuestro hombro, su mirada compasiva y sus pasos acompasados a los nuestros, nos harán descubrir que Él camina junto a nosotros, haciendo suyo nuestro sufrimiento, dándole sentido desde su esperanza. ¡Confiemos en Jesús!
By Diocese Tui-VigoDesde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Ángel Carnicero.
Música © Mingos Lorenzo.
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Acercarnos a Jesús, poniendo en Él toda nuestra confianza, es siempre fuente de salud y de paz. En esto consiste precisamente la fe: adherirnos a la persona de Cristo con toda nuestra vida. Si estamos atentos, en cada jornada, podremos descubrir los signos de su presencia, de un modo especial en la hora del dolor y del sufrimiento en la que no nos faltarán su cercanía amorosa y su compañía cierta.
Las palabras del funcionario real, sobre todo su actitud de fe, pueden iluminar el camino de nuestra vida, en los momentos de angustia y de tribulación: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Hoy podríamos decirle: «Señor, baja, ven a nuestro mundo, ven a nuestra historia marcada por las heridas, los miedos y las incertidumbres. ¡Ven, Señor! ¡Baja, Señor! Y cuando nos parezca que el silencio y la soledad tienen la última palabra, su mano amiga posada en nuestro hombro, su mirada compasiva y sus pasos acompasados a los nuestros, nos harán descubrir que Él camina junto a nosotros, haciendo suyo nuestro sufrimiento, dándole sentido desde su esperanza. ¡Confiemos en Jesús!