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Desde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Gonzalo Otero.
Música © Mingos Lorenzo.
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Tanto amó Dios al mundo. Dios nos ha demostrado históricamente su amor. Quiere la vida eterna de todos, por eso ha enviado a su Hijo Jesucristo. Dios ama. Ama a todos. Al mundo entero. Lo propio de Dios no es condenar, sino salvar. Dios nos ha revelado su rostro de misericordia en Jesús vivo y resucitado. ¿Y nosotros? Nosotros tenemos la total y tremenda libertad de aceptar o no el amor de Dios. Quien decide creer en Jesús acepta en sí mismo, la vida de Dios. El que no, él mismo se condena, él mismo rechaza esa vida y comunión de amor. Somos en cada momento nosotros mismos los que decidimos y aceptamos estar con Dios y sentirnos amados y perdonados, o sencillamente separarnos de Él. Muchos prefieren no dejarse iluminar por la luz, porque quedan en evidencia sus obras. Es una luz que tiene consecuencias en el desarrollo de nuestra vida cotidiana.
Jesús ha muerto por todos. Es la prueba del amor que Dios nos tiene a cada uno. Tú y yo, somos amados profundamente por Dios. He sido salvado por Jesús cuando se entregó a la muerte de cruz y fue resucitado a la vida nueva. Puedo desconfiar de muchas personas y de mí mismo. Pero la Pascua que estamos celebrando nos recuerda: tanto me ha amado Dios, que ha entregado por mí a su Hijo. Para que, creyendo en él, y siguiéndole, me salve y tenga la vida eterna.
By Diocese Tui-VigoDesde la Diócesis de Tui-Vigo, a través de la Vicaría de Pastoral y la delegación de Medios de Comunicación Social, te proponemos este itinerario de espiritualidad para rezar con el Evangelio de cada día desde la Cuaresma hasta Pentecostés.
Reflexión escrita por el sacerdote diocesano Gonzalo Otero.
Música © Mingos Lorenzo.
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Tanto amó Dios al mundo. Dios nos ha demostrado históricamente su amor. Quiere la vida eterna de todos, por eso ha enviado a su Hijo Jesucristo. Dios ama. Ama a todos. Al mundo entero. Lo propio de Dios no es condenar, sino salvar. Dios nos ha revelado su rostro de misericordia en Jesús vivo y resucitado. ¿Y nosotros? Nosotros tenemos la total y tremenda libertad de aceptar o no el amor de Dios. Quien decide creer en Jesús acepta en sí mismo, la vida de Dios. El que no, él mismo se condena, él mismo rechaza esa vida y comunión de amor. Somos en cada momento nosotros mismos los que decidimos y aceptamos estar con Dios y sentirnos amados y perdonados, o sencillamente separarnos de Él. Muchos prefieren no dejarse iluminar por la luz, porque quedan en evidencia sus obras. Es una luz que tiene consecuencias en el desarrollo de nuestra vida cotidiana.
Jesús ha muerto por todos. Es la prueba del amor que Dios nos tiene a cada uno. Tú y yo, somos amados profundamente por Dios. He sido salvado por Jesús cuando se entregó a la muerte de cruz y fue resucitado a la vida nueva. Puedo desconfiar de muchas personas y de mí mismo. Pero la Pascua que estamos celebrando nos recuerda: tanto me ha amado Dios, que ha entregado por mí a su Hijo. Para que, creyendo en él, y siguiéndole, me salve y tenga la vida eterna.