Respiras por última ocasión porque llegó tu momento de ser un vencedor repitiendo las siguientes palabras que te hacen trascender a la eternidad
“¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
Y al decir esto, inclinas la cabeza y entregas tu espíritu, para formar parte del universo, dejando un gran mensaje de amor, lograste tu objetivo, moriste como un héroe pero resucitaste en los corazones de millones que buscan el perdón y el amor verdadero, tu mensaje no ha sido olvidado, fuiste un excelente maestro, un gran ser humano, predicaste con el ejemplo y por eso te admiro.