Aunque la globalización ha reducido muchísimo las diferencias culturales en todo el planeta, a la vez ha hecho que sea más fácil toparse con extranjeros y que nos sintamos molestos por sus rarezas.

A medida que cada vez más humanos cruzan cada vez más fronteras en busca de trabajo, seguridad y un futuro mejor, la necesidad de enfrentarse, de asimilar o de expulsar a extranjeros pone en tensión los sistemas políticos y las identidades colectivas que se crearon en épocas menos fluidas.

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 Hasta ahora las ideologías modernas, los científicos expertos y gobiernos nacionales no han conseguido dar forma a una perspectiva viable para el futuro de la humanidad.

¿Puede obtenerse tal visión de los profundos pozos de las tradiciones religiosas humanas?

Quizá la respuesta ha estado esperándonos todo este tiempo entre las páginas de la Biblia, el Corán o los Vedas.

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Puesto que toda la humanidad constituye en la actualidad una única civilización, y toda la gente comparte retos y oportunidades comunes, ¿por qué muchos países se encaminan hacia el aislamiento nacionalista? ¿Acaso un retorno al nacionalismo ofrece soluciones reales a los problemas sin precedentes de nuestro mundo global?  

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 Harari desmonta la teoría de que hay un choque de civilizaciones, pues en realidad la globalización tiende a unir cada vez más a la gente y no es posible, ni deseable, dar marcha atrás. 

“Hace diez mil años la humanidad estaba dividida en incontables tribus aisladas

Con cada milenio que pasaba, estas tribus se fusionaron en grupos cada vez mayores”.

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 Zuckerberg dice de Facebook se ha comprometido “a continuar mejorando nuestras herramientas para proporcionarnos el poder de compartir nuestras experiencias” con los demás. Pero lo que la gente podría necesitar en realidad son las herramientas para conectarse a sus propias experiencias. En nombre de “compartir experiencias”, se anima a la gente a entender lo que les ocurre en términos de cómo lo ven los demás.  

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 En las últimas décadas, a la gente de todo el planeta se le ha ido diciendo que la humanidad se halla en la senda hacia la igualdad y que la globalización y las nuevas tecnologías nos ayudarán a llegar pronto a ella.

En realidad, en el siglo XXI podrían surgir las sociedades más desiguales de la historia. Aunque la globalización e internet salvan la distancia entre países, amenazan con agradar la brecha entre clases, y cuando parece que la humanidad está a punto de conseguir la unificación global, la propia especie podría dividirse en diferentes castas biológicas.

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El relato liberal considera la libertad humana el valor más importante.

· En la política, el liberalismo cree que el votante sabe lo que le conviene. Por tanto, defiende las elecciones democráticas. 

· En economía, el liberalismo mantiene que el cliente siempre tiene la razón. Por tanto, da la bienvenida a los principios del mercado libre. 

· En cuestiones personales, el liberalismo anima a las personas a que se escuchen a sí mismas y a que sigan los dictados de su corazón, siempre y cuando no vulneren las libertades de los demás. Esta libertad personal queda consagrada en los derechos humanos. 

Sin embargo, pronto los algoritmos informáticos podrán aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos.

  No tenemos idea alguna de cómo será el mercado laboral en 2050. Los temores de que la automatización genere un desempleo masivo se remontan al siglo 19 y hasta ahora nunca se han materializado.

Desde el inicio de la revolución industrial, para cada empleo que se perdía debido a una máquina se creó al menos uno nuevo, y el nivel de vida medio ha aumentado de manera espectacular. Pero hay buenas razones para pensar que ésta será diferente y que el aprendizaje automático conllevará un cambio real en las reglas del juego.

 Durante el siglo XX las élites globales en Nueva York, Londres, Berlín y Moscú formularon tres grandes relatos que pretendían explicar todo el pasado y predecir el futuro del mundo: el relato fascista, comunista y liberal. 

La 2da guerra mundial dejó fuera de combate el relato fascista, y desde finales de la década de 1940 hasta finales de la de 1980 el mundo se convirtió en un campo de batalla entre solo dos relatos: el comunista y el liberal. Después el relato comunista se vino abajo, y el liberal siguió siendo la guía dominante para el pasado humano y el manual indispensable para el futuro del planeta, o eso es lo que parecía a la élite global.