En este devocional del viernes 25 de julio, día de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, reflexionamos sobre la tercera bienaventuranza: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). Se nos recuerda que la mansedumbre no es debilidad, sino una virtud profundamente ligada a la humildad y al carácter de Cristo. A través de un recorrido histórico, desde la dominación romana hasta las expectativas mesiánicas del pueblo judío, entendemos cómo el Reino de Dios contrasta radicalmente con las estructuras políticas y militares. Jesús, el verdadero Rey, no vino a establecer un dominio terrenal, sino un Reino espiritual basado en la justicia, la paz y la mansedumbre. El llamado de hoy es a rechazar la arrogancia del mundo y vivir como verdaderos ciudadanos del Reino de los Cielos, siguiendo el ejemplo de Cristo, manso y humilde de corazón.