Día 251 | Septiembre 8

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaias 53:5

El pecado es como una enfermedad, ya que es la alteración del funcionamiento óptimo de un organismo. El pecado genera procesos totalmente anormales en la vida de los seres humanos, pero en el plan de Salvación, el Mesías, a través de sus heridas, es decir de sus sufrimiento, pondría fin al pecado. En el Mesías tenemos el perdón de nuestros errores pasados, tenemos la victoria sobre el pecado y tenemos la esperanza de que cuando el Mesías regrese seremos totalmente libres de la presencia del pecado.

La sanidad que el sacrificio de Jesus nos trae se manifiesta de manera especial en la transformación que se lleva a cabo en el carácter. También hay sanidad en la conciencia porque el remordimiento es destruido. La pregunta más importante es ¿Has sido sanado de la enfermedad del pecado en la Sangre de Jesús? La sanidad es inmediata cuando nos aferramos a Jesús con confianza absoluta. Nuestro problema es que muchas veces nos quedamos cerca de compañías enfermizas y eso hace que nuestra recuperación sea parcial e intermitente. Hoy es necesario que nos apartemos de las amistades que nos han infectado y nos continúan infectando. Recordemos lo que Apocalipsis 18: 4 dice “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” Hay poder en Jesus

Soy Oscar Oviedo y este es el Devocional “Jesús en 365 días”

Producido por el Ministerio One4Seven

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