La obra redentora del Mesías debería llegar hasta los lugares más distantes de la tierra, ese había sido el propósito de Dios para su pueblo. Pero a pesar de que Israel no cumplió el objetivo, la meta sigue siendo la misma. El Mesías tendría una influencia global y eso ya lo hemos visto hasta el día de hoy. Su mensaje ha sido de salvación, de restauración, de oportunidad de cambio para todos los que así lo deseen.
En el evangelio de Mateo 21:7-11 leemos “y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” Aquí vemos la entrada triunfal a Jerusalem como el Rey prometido, el que traeria salvación a todo Israel y el mundo. Pero no entró de la manera en que los reyes del mundo lo hacen, su reino no era de este mundo, su salvación no era de los problemas de la vida o de los enemigos físicos. El vino a salvarnos del pecado y la maldad y hoy quiere hacer su entrada triunfal a tu corazón. Recibele