Este monólogo de comedia es una mirada divertida y honesta a los retos inesperados de la adultez. Con un tono cercano y dinámico, la comediante explora situaciones cotidianas con las que el público puede identificarse: desde la obsesión con el café hasta la confusión absoluta al hacer trámites gubernamentales.
El show comienza con una reflexión sobre cómo nadie nos prepara realmente para ser adultos, pasando por anécdotas sobre supermercados, redes sociales y la presión de "tener éxito". A través de observaciones ingeniosas y exageraciones cómicas, la comediante convierte las frustraciones diarias en carcajadas, recordándonos que la vida adulta es, en realidad, una improvisación constante.
Con un cierre optimista y humorístico, el stand-up deja al público con una sensación de alivio: no importa cuánto intentemos aparentar que lo tenemos todo bajo control, en el fondo, todos estamos igual de perdidos... pero al menos podemos reírnos juntos en el proceso.