"Por último, sed todos de un mismo sentir, teniendo compasión unos de otros; amad como hermanos, sed tiernos, sed corteses; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino al contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredéis bendición. Porque “El que quiera amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios de hablar engaño”