Share Diego eterno
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By Radio Nacional Argentina
The podcast currently has 322 episodes available.
Eduardo Longoni es uno de los fotógrafos más importantes del país. Trabajó sobre momentos culmines de Argentina incluyendo hechos de la dictadura, los sucesos de La Tablada y mundiales de fútbol. En conmemoración a su trabajo, se estrenará el jueves 3 el documental “Una mirada honesta” en el Gaumont.
Uno de sus retratos más significativos fue el del gol de Diego Maradona denominado popularmente como “La mano de Dios” en el mundial México 1986 en el partido contra Inglaterra. En ese marco, reveló: “Ese fue el de los últimos eventos en los que la cámara fotográfica le pudo ganar a la televisión”.
“Le regalé la foto original a Diego pero estimo que la rompió porque no quería saber nada con eso”, contó Longoni.
Ahí Vamos, lunes a viernes de 9.00 a 12.00
Con Gisela Busaniche, Carlos Ulanovsky, Alfredo Zaiat, Agustín Álvarez Rey, Horacio Marmurek, Ingrid Beck, Diana Costanzo , Santiago Lucía, Cecilia Diwan, Cristian Bello, Felipe Pigna y Néstor Espósito.
13 de junio de 1982. Después de la ceremonia inaugural, se disputó el primer partido del Grupo 3. En esos 90’, el campeón estrenó la corona ganada en casa cuatro años antes, ante una sorprendente selección belga, que en las eliminatorias postergó al segundo lugar a Francia y dejó sin torneo a Holanda.
César Luis Menotti sumó al equipo del ’78, lo mejor del juvenil que dio la vuelta olímpica en Tokio, confiando con repetir de la mano de esta mixtura generacional, el protagonismo que había conseguido en su ciclo. El Pato Fillol en el arco; los cuatro del fondo, Olguín, Galván, Passarella y Tarantini. En la mitad de la cancha, Ardiles, Gallego y Maradona. Los tres de la ofensiva, Bertoni, Ramón Díaz y Kempes.
En el estadio del Barcelona y en la apertura del Mundial español, se vivió un partido singular: el debut de Diego Armando Maradona en la historia de la Copa.
El 10 bajó constantemente a buscar la pelota, cerca del área grande argentina. Necesitaba hacerse cargo de la conducción del equipo, como lo pedía a gritos el partido imaginado. Bancó la multiplicación de la dura marca de Bélgica, que escalonaba hombres en la cacería, hasta que el último se encargaba del foul táctico de turno, lo más lejos del arco europeo posible.
Buscó sin suerte sociedades con Kempes, Ramón y Bertoni y fue mucho más preciso y profundo en el primer tiempo. Cuando Argentina buscaba el empate, generó dos situaciones de gol clarísimas. Primero clavó un tiro libre en el travesaño que picó a centímetros de la línea de sentencia y que después no pudo ser aprovechado por el “Matador”. Luego de un desborde por izquierda mandó un centro pasado milimétrico para el cabezazo de Valdano (había ingresado por Ramón en el segundo tiempo), que se estrelló en el pecho del arquero europeo.
Después del gol de Vandenbergh a los ’62, al equipo albiceleste sin brillo se lo comió la telaraña de los “Diablos Rojos”. La leyenda del ganador del título anterior fracasando en el estreno mundialista, se encaprichaba con repetirse.
Al día siguiente de la derrota ante Bélgica, el general Menéndez firmó la rendición ante los ingleses, a 74 días del desembarco de las tropas argentinas a las islas…
El partido a través del relato de José María Muñoz, por Radio Rivadavia.
La primera de mil resurrecciones. 28 de septiembre de 1992. Diego regresaba a casa, después de 15 meses. Volvía al fútbol tras la suspensión, después de su alejarse de Nápoles. Otra vez el 10 en la espalda, luego de la traumática despedida de una ciudad que durante ocho años, fue mucho más que un club, muchísimo más que una camiseta…
La nueva estación de su historia, se llamaba Sevilla. Negociación compleja, con la FIFA como mediadora y cerca de 4 millones y medio de dólares, por el fichaje histórico.
La argentinidad de aquel equipo, la completaba en la cancha el Cholo Simeone y en el banco, Carlos Bilardo. La fiesta fue en el Sánchez Pizjuán, con el Bayern Munich de Lothar Matthaus, su gran rival en las finales de México e Italia 1990, como el gran invitado.
El partido terminó 3-1 a favor del local, con goles de Pepe Prieto, Davor Suker y Pineda.
Con toda la sabiduría a en el bolsillo, subió la cuesta del partido dando ventajas físicas. Se plantó en la mitad de la cancha. Tocó, tocó y tocó, habilitando a todos. De a ratos, metía la quinta y aceleraba y buscaba retazos de su pasado en el área rival.
En el primer tiempo el travesaño le devolvió un tiro libre desde una posición muy cerrada, casi contra la línea de fondo por la derecha. En el complemento, la habilitación para que Suker convierta el segundo. Aguantó los 90’, con la sensibilidad intacta de la zurda irrepetible.
Por los puntos, debutó el 4 de octubre de 1992, perdiendo 2-1 en Bilbao ante el Athletic. En total, 29 partidos y 8 goles, en su segunda etapa en la liga española. Menos de lo deseado, pero mucho más de lo soñado alguna vez por la hinchada sevillana.
El 23 de septiembre, Víctor Hugo desde Montevideo dialogó con Diego, a punto de relatar Uruguay 0-Argentina 0 y de subirse después a un avión para relatar Sevilla-Bayer.
El toque para el segundo gol, el comentario final de Paenza y las últimas palabras de aquella transmisión: “Le debo alguno de mis gritos más desgarrados, alguna de mis emociones más tremendas.
Le debo muchos momentos con la piel erizada. Le debo la búsqueda, siempre infructuosa pero siempre incesante, de las palabras que pudieran acercarse a la grandeza de Maradona”.
En la tapa del jueves 12 de febrero de 1981, Clarín tituló en soledad: “Acuerdo total. Boca paga 9 millones de dólares por Maradona”. La primicia sorprendió a propios y extraños.
Seis días después de aquella tapa, los clubes bajaron un poco la espuma de la noticia millonaria y aclararon que se trataba de un préstamo y no de una cesión definitiva.
El 20 de febrero Pelusa debutó en Boca, jugando un amistoso ante Argentinos Juniors en La Bombonaera. Y dos días después y por primera vez por los puntos, salió a la cancha para enfrentar a Talleres de Córdoba.
Los once de Silvio Marzolini, aquella tarde histórica: El Loco Gatti en el arco; Hugo Alves, Acevedo, Mouzo y Cacho Córdoba; Miguelito Brindisi, Quiroz y el regreso de Marcelo Trobbiani; el Pichi Escudero, Diego y Perotti.
En la formación del equipo cordobés, unos cuantos ilustres: Chocolate Baley, Ocaño, Hoyos, Valencia, Rafael Bravo, la Pepona Reinaldi y dos generaciones mundialistas: Carabelli, campeón en Tokio y Cuciuffo, futura vuelta olímpica en México ‘86
A los 19’ del primer tiempo, penal para el local. Diego quedó a 12 pasos de su primer gol con la azul y oro. Pero también, otro hombre que debutaba en el fútbol argentino, estaba a punto de la primera “oooooooooooooooooooo” estirada hasta que la garganta diga basta. Víctor Hugo Morales por El Mundo, iniciaba esa tarde un camino que ya superó 40 años construyendo imágenes futboleras por radio y “escribiendo” poesía a la velocidad del relato. En ese primer acto de tantas funciones, apareció aquello de “la soltó como una lágrima”…
Después 2 goles de Brindisi, para terminar 3-0 el primer tiempo; el descuento de la Pepona y un segundo penal convertiro por Maradona a 2’ del final del partido.
El 10 de Abril de 1981 se produce la primera participación de Diego en un superclásico, un partido plagado de próceres del futbol, entre campeones mundiales del ´78, campeones juveniles del ´79 y jugadores históricos de ambos clubes y la selección. Diego dejaría plasmada una obra de arte a los 23 minutos del segundo tiempo, sentenciando el partido con un tres a cero a favor de Boca.
En el mundial de Italia, el 13 de Julio de 1990, argentina necesitaba vencer a la Unión Soviética para poder seguir en carrera tras la derrota con Camerún en el debut. En este partido se produce otra de las intervenciones conocidas como “La mano de D10S” en la que sin ser advertido por el árbitro, Diego evita un gol soviético de esta manera.
El 29 de Agosto de 1981, en un partido amistoso entre la selección Argentina y la Fiorentina en el estadio comunal de Florencia, la selección nacional goleaba por cinco a tres, dando vuelta un dos a cero inicial, partido en el cual diego convertiría los dos goles finales con una ráfaga de talento.
En el duelo histórico entre Argentina y Brasil por los octavos de final del mundial de 1990, el conjunto carioca llegaba como favorito y Diego se encontraba con el tobillo en las peores condiciones fruto de una patada en el partido contra la unión soviética. Es aquí donde se produce uno de los goles más gritados de la historia de la selección, cuando con un pase cruzado, a los 36 minutos del segundo tiempo, Maradona logra habilitar a Caniggia logrando el renacer Argentino.
La final del mundial de Italia sería empañada por un arbitraje cuyos fallos indisimulables desde el inicio del partido hacían notar un obstáculo para la selección, hasta que faltando cinco minutos para el final de la contienda, el juez mexicano sentenciaba un dudoso penal que arrebataba toda posibilidad de lucha.
El 3 de Julio de 1990 en el estadio San Paolo, tiene lugar la histórica noche en la que argentina elimina a Italia de su mundial local en la maradoniana ciudad de Nápoles, agigantando aun más la leyenda de Diego en una definición por penales que llevaría a la selección a jugar la tercera final de su historia.
Diego en Barcelona. El 24 de septiembre de 1983 Maradona sufría una de las peores lesiones de su carrera como consecuencia de una infracción sobre su tobillo, la cual lo mantuvo un largo tiempo fuera de las canchas e hizo temer por sus posibilidades de volver a jugar.
28 de Junio de 1981 en un empate entre Boca e Independiente, Diego brindó una de sus memorables definiciones evitando la caída de su equipo.
En Mayo de 1978 tiene lugar el anuncio de los futbolistas que participaran en el mundial de ese año, en el que Maradona seria excluido y nunca existió una explicación al respecto.
Mundial de España, 18 de junio de 1982. Argentina necesitaba revancha ante Hungría, después de un desteñido debut en el Camp Nou de Barcelona. La derrota del campeón ante Bélgica (1-0), un día antes de la finalización de la Guerra de Malvinas y en el primer partido de Diego en la historia de los mundiales, obligaba a una victoria para soñar con el pasaporte a la segunda ronda.
César Luis Menotti ordenó una formación casi idéntica a la del primer encuentro, salvo una modificación en la delantera. El arquero y los cuatro del fondo, los mismos de Argentina ’78: Fillol; Olguín, Luis Galván, Passarella y Tarantini. En la mitad de la cancha, Ardiles por la derecha, Gallego con la número 5 y Maradona como el nuevo dueño de la 10. Y un cambio en la delantera: Valdano en lugar de Ramón Díaz, Bertoni y Kempes.
En Alicante, Diego jugó un gran partido, Argentina alcanzó su mejor rendimiento y goleó 4-0.
A los 28’ del primer tiempo, Bertoni apareció por la izquierda, buscó el arco, Ferenc Mészáros dio rebote y Diego le ganó a la marca de Sándor Sallai para empujarla de cabeza a la red: Argentina 2-Hungría 0.
Doble pared Maradona-Kempes en el lateral izquierdo del avance argentino y remate del 10 cuando pisó el área grande, para meterla contra el palo derecho del arquero húngaro: Argentina 3-Hungría 0.
Esa noche Diego marcó los 2 primeros goles, de los 8 goles que registró en 3 mundiales, en el marco de una estadística que le apuntó exclusivamente a equipos europeos: Hungría (2), Italia (1), Inglaterra (2), Bélgica (2) y Grecia (1).
3 de julio de 1990. Estadio San Paolo, en el corazón de la que por entonces se sentía una ciudad maradoniana de pies a cabeza. Con la marca del 10 en la piel, Nápoles discutía por esos días, si había que abrazar al héroe terrenal que los había vengado de tantos años de desprecio del norte o si se mordían los labios y apoyaban a un fútbol italiano que le prometía “amor eterno”, solo por una noche.
Miles no estuvieron dispuestos a olvidar, no aceptaron traicionar tanta broca acumulada y se plantaron acompañando al ídolo cuando se preguntó: “¿Ahora les piden que se sientan italianos y alienten a la selección?”.
Para la prensa mundial, los azzurros eran los grandes favoritos. Los bancaban una serie de razones que siempre parecen obvias, pero que a veces el fútbol ignora caprichosamente. Desde el peso de su localía, hasta el mal herido equipo argentino que se resistía a abandonar el trono conseguido en México, todos eran argumentos válidos para predecir con seguridad el futuro.
La Italia de Baggio, Maldini, Zenga, Vialli y Schillaci, venía cumpliendo el plan de vuelo con precisión. Invicta y sin goles en contra, había realizado el recorrido: Austria, Estados Unidos, Checoslovaquia, Uruguay y República de Irlanda.
Posiblemente para una Copa hambrienta de brillo, el resultado futbolístico de aquella noche terminó siendo inolvidable y un final que en apariencia solo tenía lugar en la ficción, borró al dueño de casa de la final y estiró la épica leyenda del capitán argentino.
Después del gol de Totó Schillaci, a los 17’ del primer tiempo, los sobrevivientes del ’86, empezaron a mandar. Giusti, Olarticoechea, Burru, Diego, Ruggeri y desde el banco salto Batista, para asumir la responsabilidad de nivelar el trámite y ladrarle a la luna napolitana.
Maradona para el Vasco, centro y el cabezazo de Cani que murió en la red, ante la salida en falso de Zenga. El gol que enmudeció a millones de tanos y generó un grito interminable en el sur del mundo.
Empate en los 90’ y todo igual en el alargue. Otra vez penales en el horizonte argentino, como frente a Yugoslavia y como en esa definición por cuartos, otra vez el mismo gran protagonista: Sergio Goycochea.
Arrancó Franco Baresi 1-0, José Serrizuela 1-1, Roberto Baggio 2-1, Jorge Burruchaga 2-2, Luigi De Agostini 3-2 y Julio Olarticoechea 3-3.
Hasta que llegó el turno de Roberto Donadoni. Remate con cara interna del botín derecho, buscando el palo izquierdo de Goyco, vuelo del arquero argentino y otra definición desde los 12 pasos que empezaba a teñirse de celeste y blanco. El volante italiano quedó arrodillado en el punto del penal, buscando explicaciones que nadie le podía dar.
El turno de Diego, después de fallar ante Yugoslavia y en el marco de un duelo mano a mano con la Italia del norte. Maradona 4-3: zurdazo al rincón derecho del arco, mientras Zenga buscaba el otro palo. El grito contenido del 10, la carrera hasta el banco de suplentes y el abrazo con Galíndez.
Ultimo capítulo de esta historia, a cargo de Aldo Serena. Remate fuerte buscando el palo derecho, segundo vuelo del Vasco y en dos tiempos durmió la pelota, primero con sus manos y luego con todo el cuerpo.Argentina finalista por cuarta vez en la historia de los mundiales, en una noche que pintaba oscura y que terminó siendo mágica, como cantaba Gianna Nannini…
Victor Hugo por Continental y los nueve penales que nos dieron el pasaporte a la final.
Martes 21 de junio, estadio Foxboro de Boston. A los 60’ del duelo ante Grecia, por el debut argentino en Estados Unidos ’94, Diego marcó su último gol con la camiseta argentina. Con la cara interna de su botín zurdo, sorteando la marca de la pareja de centrales Kolitsidakis-Kalitzakis, la clavó en el ángulo superior derecho. Abel Balbo para Fernando Redondo, toque para Diego, devolución al 5, pase a Claudio Caniggia, pared con Redondo y habilitación al 10. Primero la acomodó para su perfil y luego sacó el disparo que infló la red y dejó clavado a Minou en su área chica.
Por último, el grito furioso frente a la cámara, que se encargó de eternizar la última o estirada hasta el infinito. Tercer gol de la selección del Coco Basile, en aquel 4-0 que invitaba a soñar con el tercer título.
Maradona volvía a ser el actor protagónico del equipo argentino a los 34 años, después de la suspensión que terminó con su gloriosa era en el Nápoli, el regreso con la camiseta del Sevilla después de 15 meses, su ratito en N.O. Boys, el repechaje frente a los australianos…
En el primer tiempo la marca personal de Tsalouchidis. Tarjeta amarilla y cambio de planes. En complemento lo tomó en zona Marangos y con espacios, Diego demostró que todavía podía conjugar su fútbol en tiempo presente.
ARGENTINA: Islas; Sensini, Cáceres, Ruggeri y Chamot; Simeone, Redondo, Balbo (80’ Mancuso) y Maradona (84′ Ortega); Caniggia y Batistuta. DT: Alfio Basile.
GRECIA: Minou; Manolas; Kolitsidakis y Kalitzakis; Apostolakis, Tsalouchidis, Nioplias, Kofidis y Tsiantakis (45′ Morangos); Saravakos y Mochlas (59′ Mitropoulos). DT: Alketas Panagoulias.
Juez: Arturo Angeles (Estados Unidos).
Octavo gol de Maradona en las copas del Mundo (34 con la Selección), para igualar la marca de Guillermo Stábile (Uruguay 1930); todos ante selecciones europeas: Hungría (2), Inglaterra (2), Bélgica (2), Italia (1) y Grecia (1). Habían pasado 15 años de su primera conquista con la celeste y blanca: 2 de junio de 1979 en Glasgow, en un amistoso ante Escocia (3-1). 12 años después de su primer gol en la historia de los mundiales: 18 de junio de 1982 en Alicante, por la segunda fecha del Grupo C frente a Hungría (4-1, con 2 goles de Diego).
Después de 14 partidos consecutivos en tres mundiales (España, México e Italia), Maradona fue reemplazado. El primero y el último que entró por Diego en una copa del Mundo (porque luego jugó los 90’, frente a Nigeria), fue Ariel Ortega. La cinta de capitán para Oscar Ruggeri y el aplauso de más de 53 mil espectadores para el regreso de la leyenda.
Quedó a un partido de los 21 encuentros disputados por el alemán Uwe Seeler y el polaco Wladislaw Zmuda, marca que igualó ante los nigerianos (25 de junio de 1994)
La última dictadura en la Argentina, había cumplido cinco años. Videla-Martínez de Hoz, dejaron la posta a Viola-Sigaut. El poder real, que había generado la muerte de la industria nacional para cambiar la matriz económica basada en trabajo y mercado interno, apaleaba los deseos de voto, libertades y derechos, a través de la violencia institucional de las Fuerzas Armadas.
En aquel país de censura y listas negras, el equipo de “Sport 80” por Radio El Mundo, liderado por Víctor Hugo Morales, encontró una ventanita para filtrar palabras que habían sido arrancadas del diccionario político argentino. Y en “El partido en 10 minutos”, la sección destinada a resumir el partido en el final de la transmisión que guionaba Jorge Crosa, contaron el 3-2 del equipo de Maradona, como si se tratara de la cobertura de una elección.
BOCA JUNIORS 3-ROSARIO CENTRAL 2
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