Así es el ser humano por lo general. Tristemente no olvida y juzga cuando ha visto a otro hacer algo incorrecto. Es algo así como la confianza que se pierde. Si alguien era ladrón, nadie le tendrá confianza como para dejarle cuidando su casa o su negocio aunque ya haya cambiado, y si lo hiciesen y ocurriera un robo, enseguida le señalarían como el culpable aunque no haya sido él. Si era mentiroso, dificilmente le creerán cuando diga algo aunque sea verdad. Si salió de prisión, y ha cambiado, la Sociedad no espera nada bueno de él. Casi nadie le da empleo. Pero que buena noticia saber que Dios es un Dios de segundas oportunidades! Dios llega y cambia, Dios llega y trae esperanza. En Cristo el que había sido ladrón no robará más, el que era mentiroso hablará solo la verdad, el que infringía la ley, ahora la cumplirá, porque Dios vio su corazón arrepentido y ve que quiere dejar esa vida antigua, y cuando Dios ve eso comienza a levantar a esa persona para sus divinos propósitos. Cuando nadie daba un centavo por tí, Dios te miró y te escogió para ser partícipe de su gran obra. Gracias a Dios que El no es como los hombres. Dios tiene un futuro glorioso para todos los que se acercan a Él.

Es maravilloso este verso de la Palabra que está en Isaías 55:6-7 que dice:

Buscad al SEÑOR mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca. Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al SEÑOR, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar.