Era una fresca tarde de septiembre de 1943 y una columna de soldados estadounidenses se ponía en marcha. Completamente armados con fusiles de asalto, rifles y bayonetas, avanzaban en una formación suelta hacia su objetivo.
El sonido de sus botas militares golpeando la carretera a lo largo de casi un kilómetro y medio resonaba en la oscuridad de la noche. Fue algo que los testigos recordarían hasta el día de hoy. Más tarde se dijo que parecía que una «compañía entera» de tropas atravesaba la noche.
Sin duda, los soldados se preparaban para el combate de sus vidas. Pero no eran las fuerzas del Eje las que tenían en su punto de mira. Increíblemente, esta escena de batalla inminente no estaba ocurriendo en algún lugar de la Europa ocupada por los nazis, sino en el frente interno de Gran Bretaña, concretamente en la ciudad mercado de Launceston, en Cornualles.