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Al final del día
El Reino de los Cielos es como una red echada al mar que atrapa toda clase de peces.
Cuando está lleno, el pescador lo lleva a tierra.
Luego se sienta y separa el pescado bueno del malo.
Lo bueno lo guarda, lo inútil lo tira.
En cierto sentido, todos nosotros somos pescadores.
Cada día echamos nuestra red al mar de la vida.
Y al final del día tenemos una trampa, a veces pequeña, a veces grande.
Que nos tomemos el tiempo para tamizar esa captura.
Y que Tú, Señor, nos des sabiduría para saber qué guardar y qué tirar.
Al final del día
El Reino de los Cielos es como una red echada al mar que atrapa toda clase de peces.
Cuando está lleno, el pescador lo lleva a tierra.
Luego se sienta y separa el pescado bueno del malo.
Lo bueno lo guarda, lo inútil lo tira.
En cierto sentido, todos nosotros somos pescadores.
Cada día echamos nuestra red al mar de la vida.
Y al final del día tenemos una trampa, a veces pequeña, a veces grande.
Que nos tomemos el tiempo para tamizar esa captura.
Y que Tú, Señor, nos des sabiduría para saber qué guardar y qué tirar.