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Las heridas del Amor
Aquellos que se preocupan por los demás recogen muchas heridas. Puede que no haya grandes heridas, solo una multiplicidad de pequeñas, una gran cantidad de arañazos, arrugas y verdugones. Pero también puede haber muchas heridas invisibles: los surcos que dejan en la mente y el corazón las penurias, la preocupación y la ansiedad, las decepciones, la ingratitud y la traición. Estas heridas no son cosas de las que avergonzarse. Son insignias de honor. Son la prueba de nuestro amor. Jesús no ocultó sus heridas. Nosotros tampoco deberíamos. Por sus heridas somos sanados.
Las heridas del Amor
Aquellos que se preocupan por los demás recogen muchas heridas. Puede que no haya grandes heridas, solo una multiplicidad de pequeñas, una gran cantidad de arañazos, arrugas y verdugones. Pero también puede haber muchas heridas invisibles: los surcos que dejan en la mente y el corazón las penurias, la preocupación y la ansiedad, las decepciones, la ingratitud y la traición. Estas heridas no son cosas de las que avergonzarse. Son insignias de honor. Son la prueba de nuestro amor. Jesús no ocultó sus heridas. Nosotros tampoco deberíamos. Por sus heridas somos sanados.