
Sign up to save your podcasts
Or
No llores por mí, sino por ustedes mismos.
Esta semana cada año los cristianos son atraídos a Jerusalén, si no en el cuerpo, al menos en la mente.
Están al pie de la cruz, golpeándose el pecho, y mirando con piedad a Jesús de Nazaret.
Ellos escuchan con reverencia mientras ora por sus asesinos:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Pero cuando termina la semana regresan a sus hogares para retomar sus arraigados rencores y el peso de las cosas que no pueden perdonar.
No lloremos entonces por Jesús.
Lloremos por nuestros propios pecados.
Entonces tal vez, como Jesús, podamos perdonar a otros que pecan contra nosotros.
No llores por mí, sino por ustedes mismos.
Esta semana cada año los cristianos son atraídos a Jerusalén, si no en el cuerpo, al menos en la mente.
Están al pie de la cruz, golpeándose el pecho, y mirando con piedad a Jesús de Nazaret.
Ellos escuchan con reverencia mientras ora por sus asesinos:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Pero cuando termina la semana regresan a sus hogares para retomar sus arraigados rencores y el peso de las cosas que no pueden perdonar.
No lloremos entonces por Jesús.
Lloremos por nuestros propios pecados.
Entonces tal vez, como Jesús, podamos perdonar a otros que pecan contra nosotros.