Había una vez una ardilla llamada Nutria, que vivía en un bosque cubierto de nieve. Nutria era una pequeña ardilla muy inquieta y curiosa. Siempre estaba buscando nuevas aventuras y emociones en su vida. Un día, mientras saltaba de rama en rama, vio algo que le llamó la atención: un hermoso muñeco de nieve. El muñeco de nieve se llamaba Frosty y tenía una sonrisa radiante en su rostro. Nutria se sintió atraída por la calidez y la alegría que irradiaba el muñeco de nieve. A pesar de ser consciente de que Frosty tenía una vida corta debido al calor del sol, Nutria decidió aprovechar al máximo el tiempo que tenían juntos. Desde ese momento, Nutria y Frosty se convirtieron en los mejores amigos. Juntos, se embarcaron en emocionantes travesuras por el bosque nevado. Nutria mostraba a Frosty cómo saltar de rama en rama, mientras que Frosty enseñaba a Nutria cómo hacer bolas de nieve y construir iglús. Cada día era una nueva aventura para ellos. A medida que pasaba el tiempo, Nutria se daba cuenta de que Frosty se derretía lentamente. Nutria sabía que su amado amigo no duraría mucho más tiempo. Aunque le entristecía la idea de perder a Frosty, decidió que no desperdiciaría ni un solo segundo de su compañía. Juntos, disfrutaron de la belleza del invierno, jugando en la nieve, correteando por el bosque y compartiendo risas. Nutria se aseguró de que cada momento que pasaban juntos fuera especial y lleno de felicidad. Incluso cuando Frosty comenzó a derretirse más rápido, Nutria no dejó que la tristeza se interpusiera en su camino. Una tarde, mientras construían un iglú, Frosty se derritió por completo. Nutria miró con tristeza la pila de nieve que quedaba, recordando todos los momentos maravillosos que habían compartido. Aunque su amigo ya no estaba allí, Nutria sabía que había vivido una vida llena de alegría y emoción. Nutria se despidió de Frosty con una sonrisa y un nudo en la garganta. Sabía que su amistad había sido especial y que nunca olvidaría los momentos vividos juntos. Aprendió una valiosa lección sobre la vida: no importa cuán corta sea, lo importante es vivirla intensamente y aprovechar cada instante. Desde aquel día, Nutria llevó consigo el espíritu aventurero de Frosty. Continuó explorando el bosque, encontrando nuevas amistades y viviendo cada día como si fuera el último. Aunque Nutria extrañaba a su amigo, sabía que Frosty siempre viviría en su corazón, recordándole la importancia de vivir rápido y lleno de amor y alegría. Y así, Nutria siguió su camino, llevando consigo el recuerdo de su inolvidable amistad con el muñeco de nieve.José Pardal. Autor José Pardal
Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/duermete-nino--6175534/support.