El Hikininki es una criatura proveniente del folclore japonés, especialmente mencionada en antiguos textos budistas. Su nombre significa “espíritu que devora cadáveres”, y está asociado a las almas de personas que en vida fueron egoístas, corruptas o crueles.
Según la leyenda, quienes cargan este mal karma no descansan después de morir.
En vez de ascender o reencarnar, su espíritu queda atrapado entre los vivos, transformándose en un Hikininki, condenado a vagar eternamente buscando cuerpos humanos recién fallecidos.
Pero lo más aterrador no es cómo se alimentan…
sino cómo los vivos los perciben.
Los Hikininki son invisibles para la mayoría de las personas.
Solo quienes tienen sensibilidad espiritual —monjes, niños o personas con “el tercer ojo” despierto— pueden verlos. Los describen como figuras esqueléticas, con piel oscura y ojos hundidos que brillan en la noche. Avanzan arrastrándose, hambrientos, llorando mientras devoran cadáveres como si fuera un castigo, no un placer.
Dicen que cada vez que comen…
sus lamentos se escuchan como si la criatura sufriera por cada bocado, recordando sus pecados pasados.
En algunos pueblos de Japón, aún se cree que cuando un cadáver se pierde, desaparece misteriosamente o aparece mutilado sin explicación…
un Hikininki estuvo allí.
Hay monjes budistas que aseguran haber visto a estas criaturas durante ceremonias funerarias, y que basta un instante de compasión o un rezo para liberar al Hikininki de su tormento… aunque otros dicen que, si lo miras demasiado tiempo, podría intentar devorar tu espíritu en lugar del cuerpo del muerto.
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