En 2007 Barack Obama era un senador prácticamente desconocido. Dieciocho meses más tarde fue electo presidente de Estados Unidos. ¿Cómo lo hizo?
Supo llegarle a la gente con un lenguaje cercano para hablar de sus problemas y su cotidianidad, con un discurso en el que transmitía esperanza y en el que hacía énfasis en el cambio, algo que para ese momento era un deseo popular.
Otra de las estrategias fue que supo elegir los canales correctos para conectar directamente con su audiencia. En Youtube logró más de 20 millones de reproducciones y su página de facebook alcanzó a tener 2.5 millones de fans.
En su sitio web publicó fotos, videos y artículos de prensa en los que se palpaba la forma en que le llegaba a la gente, su cercanía con la base trabajadora, su entorno familiar y otros aspectos que reflejaban los valores más arraigados en la cultura americana.
Su polaridad, su efectividad mediática y su estrategia publicitaria fueron contundentes no solo por el carisma y el manejo de las redes sociales sino porque contó con el capital necesario para ejecutar un plan integral de medios.
A su campaña entraron 640 millones, productos de donaciones que aportaron 3 millones de simpatizantes, la mayoría de los cuales eran pequeños contribuciones que hicieron llegar sus aportes a través de sistemas de recaudo en línea.
En las piezas digitales, como banners y otro tipo de avisos en redes sociales y medios electrónicos, el llamado a la acción o call to action, fue definitivo para lograr el objetivo de las campaña; captar el mayor número de votos y ganar las elecciones presidenciales.