“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” — Mateo 7:24

Jesús nos presenta dos tipos de personas: una que construye su casa sobre la roca, y otra que la edifica sobre la arena. La diferencia no está en si enfrentan tormentas —ambas lo hacen—, sino en el fundamento sobre el cual han construido sus vidas.

Construir sobre la roca significa edificar nuestra vida sobre Cristo y su Palabra. Es obedecer, confiar y vivir según sus enseñanzas. No basta con escuchar sermones, leer la Biblia o tener fe de palabra. La clave está en practicar lo que Él nos ha enseñado.

Cuando llegan las pruebas, las dificultades, las pérdidas o las tormentas emocionales y espirituales, solo aquellos que han cimentado su vida en Cristo permanecen firmes. La arena —representada por los valores del mundo, el ego, la riqueza, o la superficialidad— no resiste el peso de las pruebas.