Ana llegó a un Convento a la edad de los 15 años, allí quedó impactada por el silencio que había en el lugar, y por la prohibición

Ella dijo: “Había momentos en los cuales me ponían de rodillas para lavar los hábitos en la lavandería, aunque me sangraban los dedos no podía llorar, porque me decían que si lloraba iba a ser una monja mediocre”.

Fueron experiencias que impactó bastante su vida, de pronto se dio cuenta no era lo que ella esperaba. Ella quería entregar su vida a Jesús, y llevar una vida de paz, de gozo, pero fue todo lo contrario.

Un día su familia se convirtió a Cristo y ellos le ayudaron a conocer a ese verdadero Jesús quien da el gozo y la paz a su alma que ella tanto necesitaba. Pasaron 10 años de su encuentro personal con Cristo, que ella misma dijo: “fue algo sobre natural”.

Hoy Ana, comparte su testimonio pot muchos lugares, y nos dice que se siente muy feliz.