En esta sesión analizamos que tanto reconocemos la autoridad de Dios es nuestra vida. Él es nuestro PADRE, pero también es nuestra AUTORIDAD. Él nunca nos impone su gobierno, desea que respondamos a su infinito AMOR, con OBEDIENCIA.
Si eres padre o madre de familia, tu autoridad continuamente es desafiada… Desde el bebé que te hace un “berrinche” hasta el adolescente al que le das una instrucción y te responde: “No quiero hacerlo…”.
Revisemos nuestra manera de ser y actuar como autoridades, para persistir en lograr la “obediencia voluntaria” de quienes están bajo nuestra autoridad. Pero primero revisemos ¿que tanto le permitimos a Dios gobernarnos? Si le amamos, nos dejaremos gobernar por Él y gobernaremos como Él. ¡Disfruta del tema!