LUTERO: SOLA FIDE.

Martín Lutero creyó en la justificación del ser humano ante Dios, sólo por la fe en Cristo y en su obra redentora. “Sola fide”, es la doctrina sobre la cual la iglesia se sostiene o se cae.

La posición del Reformador era que “sólo por la fe” recibimos la justicia de Cristo y participamos en Él, de modo que podemos presentarnos ante Dios sin culpa, sin condenación, sin mancha.

Esta revelación la recibió de Romanos 3.21-26 sintetizándola en esta frase: “No es justo el que hace mucho, sino el que cree mucho en Cristo”. La justicia de Dios no se adquiere por medio de la repetición de actos justos, sino que se imparte por la fe, pues "el justo vivirá por la fe". Ro. 1:17.; y el hombre que cree con el corazón es justificado.

Romanos 10. 10 (NTV). Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por confesarlo con tu boca que eres salvo.

Estudiamos Historia de la Iglesia para conocer el mover del Espíritu Santo en la humanidad a lo largo de los siglos. Un periodo muy importante de ésta, es el que se conoce como la Reforma, donde el personaje central fue un monje llamado Martín Lutero, a quién Dios le reveló la verdad del evangelio sobre la Justicia de Dios en Cristo Jesús.

Lutero rompió más de mil años de paradigmas religiosos donde las personas bien intencionadas se “esforzaban” por serle agradables a Dios, cuando es Él quién nos cambia la naturaleza injusta con la que nacemos, por la naturaleza justa de Jesucristo, mediante un acto de fe, en su obra redentora.

Acompáñanos en estas cuatro sesiones donde exploraremos bíblicamente las verdades que Lutero dio a conocer y que provocaron un cisma con la iglesia tradicional, para traernos libertad espiritual.

Para salir de la Codependencia, el Señor Jesús nos da diversos principios para cultivar buenas relaciones humanas. Adoptémoslos, ya que no tienen pierde. Uno muy importante se denomina la “REGLA DE ORO” que dice: “Trata a los demás como estés dispuesto a ser tratado en situaciones similares.” “No hagas a otro, lo que no quieras que te hagan a ti.” Mt. 7.12.

Frente a una persona en problemas pregúntate: ¿Si yo estuviera en sus zapatos… como me gustaría que me trataran? Con compasión, con misericordia, con respeto, con empatía. Para ello, requeriremos un Corazón lleno del Amor de Dios, conciencia de los efectos que producen nuestras acciones en otros; empatía y acciones congruentes.

El entorno familiar es clave en el desarrollo de relaciones de confianza, o de más conflicto. Dejemos al Señor sanar los quebrantos del pasado, porque la causa de nuestros vacíos no es la falta de personas en nuestra vida, sino que nuestra ALMA sigue QUEBRANTADA, dolida…

Caemos en la Codependencia, cuando no somos capaces de relacionarnos de forma mutuamente saludable y satisfactoria. Es un trastorno de la personalidad, porque el codependiente busca afirmar su AUTOESTIMA, por medio de una relación enfermiza, que lo deja atrapado y esclavizado.

¡No vinculemos nuestros valor como personas a la opinión de otros, sino a la del Señor Jesús. Mi valor está en la revelación del AMOR del PADRE por mí, por medio de JESUCRISTO, quién derramó su Sangre para salvarme. Jn. 3.16.

Vayamos hacia la INTERDEPENDENCIA, es decir a conformar relaciones maduras, de respeto y confianza. Tenemos que aprender a poner límites al maltrato y al abuso que reciben los codependientes.

En esta sesión comprenderemos que, al llegar a Cristo, comenzaremos a darnos cuenta que hay cosas que necesitamos cambiar en la manera de hacer familia, ya que Dios nos llama a depender de Él y a ser interdependientes con el prójimo. Para ello, requeriremos tener una identidad personal sana, de lo contrario buscaremos que los demás nos completen… y eso no sucederá.

Como es tu familia: ¿Un muégano o una madeja de enredos? Para tener menos problemas familiares atendamos al primer gran principio establecido por Dios para los matrimonios y las nuevas familias: Génesis 2. 24. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá, es decir SE APEGARÁ, SE ADHERIRÁ a su mujer, y serán una sola carne.

Ef. 5.31-32, Mc.10.7-9.

Muchos problemas se dan cuando el nuevo matrimonio, no se despega, no deja a sus padres, permitiéndoles meterse en su relación, cuando ya no les corresponde. Al iniciar tu matrimonio y tu familia, tus prioridades cambian; pones en primer lugar a tu cónyuge y luego a tus hijos. Salgamos de muchos enredos familiares aplicando este principio.

Un estudio reveló que la riqueza, el éxito o la apariencia física no es lo nos hace más felices, sino unas BUENAS RELACIONES INTERPERSONALES. Nada influye tan profundamente en el ser humano, como sus relaciones (buenas o malas).

Sólo en conexión con los demás, se satisfacen o no, nuestras necesidades más profundas. ¡EL AMOR DEBE RECIBIRSE Y DARSE!

Por desgracia, vivimos muchas veces relaciones CODEPENDIENTES en lugar de INTERDEPENDIENTES, la interdependencia busca un equilibrio entre el cuidado de uno mismo y del prójimo. Considera las cosas desde la perspectiva del otro, pero sin permitir que sus necesidades sean ignoradas o pasadas por alto. En la CODEPENDENCIA, las personas caen en adicción a alguna persona, la frase clásica: ¡PEGAME, PERO NO ME DEJES! El adicto a la persona está tan entrelazado con ella, que su IDENTIDAD PERSONAL ha quedado restringida y desplazada por la identidad y los problemas del otr@.

En el espisodio 4, último de la serie, hablamos que la autoridad se delega. En realidad Educar a los hijos es el proceso paulatino de enseñar a los hijos a asumir la AUTORIDAD y la responsabilidad de sus vidas. Para ello, hay que cuidar el vínculo con ellos, tener una relación sólida para que acepten nuestro consejo.

Tenemos que sembrar en ellos, una VIDA CON SENTIDO DIVINO, afirmarlos en su IDENTIDAD, valor como personas y utilidad como seres humanos, para contribuir con sus dones a servir a Dios y a la sociedad. Sé lo que valgo para Cristo.

Para ser personas libres, requieren ser responsables, es decir, hay que desarrollar desde pequeños, la capacidad para cumplir sus compromisos, y asumir las consecuencias de sus decisiones. Ya que sólo seremos recordad@s por dos cosas… los problemas que creamos o los que solucionamos.

Enseñémosles a asumir la responsabilidad sus vidas ante Dios, dejar de poner excusas, hacer las cosas al máximo de su capacidad; para llevar a cabo el plan de Dios para sus vidas.

La autoridad existe en la sociedad con diversos fines: Brindar protección, orden, unidad y especialidad a los distintos núcleos sociales.

Dios estableció un orden en la familia, que nos conviene adoptar y vivir, porque nos librará de muchos conflictos y fracturas. Papá, mamá, jefe, líder, necesitas escuchar cómo debemos ser como autoridades de nuestros hijos y de las personas que nos han sido encomendadas para lograr grandes fines. ¡Hemos sido mal enseñados! Hemos adoptado formas de actuar que abusan, intimidan y esclavizan a otros seres humanos. ¡Dios jamás quiso eso para los seres humanos! Volvámonos al plan original y sirvamos a nuestro prójimo a través de un liderazgo de amor y servicio.

En esta sesión analizamos que tanto reconocemos la autoridad de Dios es nuestra vida. Él es nuestro PADRE, pero también es nuestra AUTORIDAD. Él nunca nos impone su gobierno, desea que respondamos a su infinito AMOR, con OBEDIENCIA.

Si eres padre o madre de familia, tu autoridad continuamente es desafiada… Desde el bebé que te hace un “berrinche” hasta el adolescente al que le das una instrucción y te responde: “No quiero hacerlo…”.

Revisemos nuestra manera de ser y actuar como autoridades, para persistir en lograr la “obediencia voluntaria” de quienes están bajo nuestra autoridad. Pero primero revisemos ¿que tanto le permitimos a Dios gobernarnos? Si le amamos, nos dejaremos gobernar por Él y gobernaremos como Él. ¡Disfruta del tema!

Comprender los planes del enemigo, incrementa nuestra ventaja en la batalla que Cristo ganó a nuestro favor. 2 Cor. 2.11. Que satanás no gane ventaja sobre nosotros; al reconocer sus maquinaciones.

1ª Pedro 5: 8-9 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.

Quienes no reconocen la realidad de esta guerra y no pelean, están siendo vencidos.

¡No debemos Temer!