Atención es dirigir nuestros corazones y nuestros sentidos hacia Dios a fin de amarlo e imitarlo. 

Toda la Palabra de Dios nos dirige e inspira en cuanto a lo que debemos orar, incluyendo la oración que Jesús mismo nos enseñó.

La oración es derramar nuestros corazones a Dios en alabanza, petición, confesión de pecado y agradecimiento.

Discreción es la virtud de tomar decisiones que glorifiquen a Dios y reflejen a Cristo en nuestras relaciones. 

Reconocer que todo lo que tenemos es un regalo de Dios que administramos, disfrutamos, y compartimos para Su gloria. 

Los falsos maestros tratan de moverse de sus obras hacia la comunión con Dios; Pablo comienza con la fuente real de toda comunión con Dios y crecimiento en Cristo: la obra de Dios mismo.

El deleite en Dios, y el deleite en Dios a través de las cosas que Él nos da, no es opcional, es nuestro deber.

Si nuestra vida gira en torno a como nos sentimos, a las ganas que tenemos de hacer o no hacer, a sentir a Dios, estamos entrenándonos en idolatría.

Gozo en Dios que sobreabunda en vivir nuestra vocación para la gloria de Dios. 

Todos los regalos que recibimos de Cristo los recibimos a través del Espíritu Santo,

incluyendo la fe misma.