Una ciudad comenzaba a pedir a gritos más techno. Por ende, la vieja fórmula de la oferta y la demanda no tardó en surtir efecto. Medellín pasó a ser una factoría de clubes: Sessions, Element, Subliminal, Búnker, Seven Eleven y Carnival llegaban para comenzar a narrar su propia historia. Pero existieron dos clubes que marcaron la década del 2000 por encima del resto. Por sus tres espacios decorados con tres colores: azul, rojo y blanco, se pasearon artistas de la talla de Armin Van Buuren, Sven Väth, Richie Hawtin, Adam Beyer y Felix Da Housecat. Si se habla del papá de los clubes en Medellín en cuanto a bookings internacionales se refiere, Lobby debe ser considerado de carácter obligatorio. Un par de años después, La Kasa concentraría en Las Palmas a gran parte del poderío local, con showcases y eventos que exponían todo el talento colectivo de la ciudad. Allí, el nombre de una fiesta se volvería institución: “My life is techno”.