Durante la Guerra de los Siete Años España se alió con Francia y, como resultado, tuvo que ceder a Gran Bretaña la Florida en el Tratado de París (1763). Para compensar la pérdida, Francia cedió a España un enorme territorio en buena parte inexplorado y hostil: La Luisiana, en la que Francia nunca había tenido demasiado interés. Esta región con capital en Nueva Orleans apenas contaba con asentamientos ni infraestructuras. Con la falta de población, minas de oro y plata y de defensa y gobierno de un territorio tan alejado de la capital virreinal, el intento de controlarlo fue misión imposible. Además, la región fue un punto de tensión entre España y Gran Bretaña primero, y con los recién independizados Estados Unidos después. Su ubicación geográfica significaba un control estratégico del río Misisipi, fundamental para el comercio y la comunicación en Norteamérica.