Juan Martínez (Jos Gómez) trabaja como repartidor y vive con su mujer y su hijo en el barrio de El Carmelo, Barcelona. Tenían una vida estable y feliz, hasta que llegó el inesperado 23 de junio (los medios ya se habían encargado de nombrarlo el 23J para darle a ese día una dimensión histórica).
Encerrados en casa, su preocupación aumentaba por momentos. Su familia se estaba resquebrajando. Eran demasiados días, y no se adivinaba cuándo aquel infierno llegaría a su fin. Sabía que si se quedaban allí, sin hacer nada, simplemente dejando pasar el tiempo, el futuro de su familia podía llegar a un punto de no retorno. Un pensamiento innombrable sobre qué Ainhoa pudiera atentar contra su propia integridad le sobrevino. Un terrorífico escalofrío le recorrió. Supo que debía hacer algo. Era el momento. El momento de poner en marcha una idea que le había surgido unos días atrás, pero sobre la que no había reflexionado demasiado ante las pocas posibilidades de llevarla a cabo con éxito.